Afrontar cambios laborales en el siglo XXI: ¿Qué nos depara el futuro?

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Afrontar cambios laborales en el siglo XXI: ¿Qué nos depara el futuro?

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Para las personas, afrontar cambios laborales en un mercado cada vez más global, cambiante y complejo supone una importante fuente de estrés.

“Vivir en el cambio y en la incertidumbre y tener que tomar decisiones en ese contexto no es ya la excepción, sino que se ha convertido en nuestro día a día”, explicaba Nekane Rodríguez de Galarza, country manager de Lee Hecht Harrison en España, durante la jornada Talento del Futuro.

 

¿Cómo afrontar cambios laborales desde las compañías?

Según teorías de diversos expertos, estos son algunos de los principales cambios laborales que deberán afrontar las organizaciones en las próximas décadas del siglo veintiuno:

  • Deberán contar con líderes ‘a la medida del entorno’. En un mundo laboral en el que el cambio es la única constante, las organizaciones deberán contar con líderes capaces de conseguir que sus equipos reaccionen con flexibilidad para adaptarse a las diferentes situaciones que se vayan presentando. Estos líderes deberán comprender cómo evoluciona su entorno para poder transmitírselo a sus equipos de la forma más simple y efectiva posible.

 

  • Las organizaciones cambiarán sus estructuras para adaptarlas a los nuevos tiempos. Las compañías tradicionales en las que se sigue un modelo de “escalera corporativa”, donde los empleados leales suben puestos hasta llegar a puestos de mando, tienen los días contados. Eso opina Cathy Benko, coautora del libro Corporate Lattice afirma que la estructura denominada ‘escalera corporativa’ es una herencia de la era industrial, caracterizada por una fuerte estandarización de los procesos de trabajo y una gran jerarquización de las organizaciones. Actualmente, en el contexto de la era digital en la que nos desenvolvemos, uno de los principales fenómenos que se pueden observar es la diversidad de las personas que trabajan en las organizaciones, que proceden de diferentes países y culturas e, incluso, de diferentes generaciones. Este fenómeno,  sumado a los avances tecnológicos, abre la puerta a ambientes de trabajo más abiertos y colaborativos. En este nuevo contexto, los profesionales encuentran nuevas oportunidades de potenciar sus carreras. La diferencia es, en opinión de Cathy Beko, que mientras en el modelo de escalera corporativa los empleados miran hacia arriba para evolucionar, en las organizaciones en forma de celosía (lattice organization) se puede crecer en distintas direcciones, ejerciendo diferentes roles que permitan adquirir nuevas habilidades y comunicarse con distintas redes profesionales. En un mundo mucho menos predecible que en la era industrial los profesionales continuarán siendo interesantes para sus empleadores si demuestran que son flexibles y capaces de adquirir nuevas habilidades.

 

  • Más automatización de los procesos de trabajo. Según un estudio del Kinsey Global Institute, en el año 2025 los robots podrían acaparar entre 40 y 75 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. Por un lado, los robots que permiten realizar las tareas más repetitivas son cada vez más avanzados técnicamente y además más baratos. Por otro lado, se inventan máquinas con más capacidad de aprender, es decir, de organizar grandes volúmenes de datos de modo que pueden interpretarlos de manera ‘inteligente’ en función de las necesidades de las organizaciones. En este contexto, ¿qué papel queda reservado para las personas? El Centro Europeo para la Proyección de Empleo  (Cedefop) avisa de que, independientemente del sector, se reclamarán profesionales con una gran cualificación y amplitud de conocimientos; la especialización técnica y profunda capacidad de aprendizaje serán cualidades altamente codiciadas por las empresas.

 

Afrontar cambios laborales y la salud de las personas

Un mercado laboral que muta constantemente tiene un efecto negativo en algunas personas que, como respuesta a esta situación, sienten inestabilidad y ven aumentados sus niveles de estrés, lo que perjudica a su salud. Precisamente, con el objetivo de explorar la naturaleza cambiante del mercado laboral y cómo afecta a la salud, seguridad y bienestar de las personas, desde el año 1990 se celebra en EEUU la Conferencia Internacional sobre el Estrés y la Salud Laboral; un evento que cuenta con la Sociedad Americana de Psicología entre sus organizadores.

“Generalmente, cuando hablamos sostenibilidad pensamos en cuestiones medioambientales, pero para las organizaciones este concepto también puede referirse al modo en el que se gestionan sus recursos humanos”, señalaba el doctor Steven L. Sauter, del National Institute for Occupational Safety and Health (NIOSH), en la Conferencia celebrada el pasado 2015.

Varias investigaciones demuestran que el estrés laboral puede desencadenar enfermedades físicas y mentales como cardiopatías, ansiedad y depresión. También puede generar agotamiento que provoque problemas psicológicos, físicos y comportamientos poco sanos. Aun así, poco se aborda los costes empresariales y personales que suponen este tipo de trastornos.

Datos extraídos por la Encuesta sobre Calidad de Vida Laboral elaborada por NIOSH durante los años 2002, 2006 y 2010 muestran que, existen enormes diferencias en función del sector y el perfil profesional de las personas.

Los trabajadores del sector de la salud, por ejemplo, afirmaban tener más estrés laboral que  la media. También –al igual que los trabajadores de la construcción–  mostraban niveles más altos de agotamiento y afirmaban sentirse emocionalmente exhaustos, infravalorados, sin tener sensación de logro.

Respecto a la duración de los contratos, los trabajadores fijos experimentan mayor nivel de estrés y agotamiento que los trabajadores freelance y temporales. Además, los supervisores y trabajadores a tiempo completo valoraron su situación laboral peor que aquellos profesionales que habitualmente no desempeñan puestos de supervisión y que trabajan a jornada parcial.

Otra conclusión llamativa del informe es que aquellas personas que optaron por el autoempleo mostraron menores niveles de estrés y agotamiento que quienes desempeñaban puestos de trabajo más convencionales.

En cualquier caso, los trabajadores con altos niveles de estrés y agotamiento mostraron tener peor salud que sus colegas menos estresados.

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