Inteligencia artificial y empleo: ¿amenaza u oportunidad?

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Inteligencia artificial y empleo: ¿amenaza u oportunidad?

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En los últimos meses son cada vez más frecuentes los foros profesionales en los que se debate el imparable avance de la Inteligencia Artificial (AI) aplicada a los sistemas de trabajo, y el alcance que estos avances tendrán en el volumen y calidad del empleo. Hay un mantra repetido por muchos colectivos que asocia la expansión de la Inteligencia Artificial con la pérdida de empleo, como consecuencia de que las máquinas o robots suplirán muchas tareas reservadas hasta ahora a las personas.

Empezaremos preguntándonos qué es la Inteligencia Artificial. Siguiendo la definición dada por Álvaro Marín, de BBVA Research, IA es el nombre genérico que se da a una serie de tecnologías que sirven para emular características o capacidades que tradicionalmente estaban ligadas de manera exclusiva al intelecto humano.

También en palabras de Enrique Serrano, CEO de Tinámica, empresa especializada en extraer alto valor de los datos a través de soluciones tecnológicas basadas en big data e inteligencia artificial: “la Inteligencia Artificial conlleva automatización de procesos y analítica avanzada, por lo que se requieren perfiles profesionales en cada uno de estos campos, los cuales son combinaciones de conocimientos de telecomunicaciones, informática, matemáticas, estadística e ingeniería industrial”.

Hay tareas que indudablemente pasarán a ser ejecutadas por máquinas o robots, lo cual puede ser una gran ventaja cuando se trata de trabajos con cierto nivel de peligrosidad, o por ejemplo cuando se requiere la máxima precisión, como las máquinas que ayudan ya en muchas intervenciones quirúrgicas.

También supone un alivio cuando realizan funciones muy repetitivas que no aportan aprendizaje ni destreza a un operario. Ahora bien, ¿estamos ante un futuro inmediato en el que los robots suplirán a las personas en tal volumen de funciones y tareas que estas vean amenazada su continuidad laboral?

No es lo que se desprende de los últimos estudios, que apuntan más bien hacia un escenario en el que surgirán nuevos puestos de trabajo: Ingenieros en Inteligencia Artificial, Analistas Big Data, Arquitectos Big Data, en definitiva, los científicos de los datos.

Estos nuevos profesionales se dedicarán tanto a programar sistemas de IA como a diseñar robots; estos últimos no necesariamente son “inteligentes”, pueden limitarse a realizar procesos simples (por ejemplo tareas de limpieza), aunque también pueden incorporar sistemas de IA. De cualquier forma, se necesitarán nuevos perfiles competenciales, relacionados con sistemas predictivos y con la gestión de algoritmos.

La inteligencia artificial va a suponer un cambio enorme en los negocios, en la productividad, y por ello tendrá impacto en la economía y en el empleo, pero este impacto no tiene por qué ser negativo, y las razones que se pueden enumerar son, entre otras:

  • Todo sistema debe ser probado, supervisado, mantenido, mejorado y reparado, y esto lo harán en su mayoría personas especialmente cualificadas para ello.
  • Los sistemas tradicionales y aquellos basados en IA deberán convivir durante un tiempo suficiente para analizar los pros y contras y ver su evolución. Este tiempo juega a favor del reciclaje y aprendizaje de nuevas habilidades por parte del profesional cuyo puesto pueda ser susceptible de desaparecer.
  • Irán surgiendo nuevos puestos de trabajo, que en este momento ni siquiera conocemos, que generarán empleos que ahora no existen.
  • La robótica nos puede aportar un tiempo libre dedicado a tareas tediosas y dejarnos un tiempo disponible para mejorar nuestra cualificación profesional.
  • La mejora de productividad hará más competitivas a las empresas, que podrán invertir en mejoras para el empleado.

La historia nos demuestra que en cada revolución industrial o tecnológica han surgido temores a perder el estatus quo, ya sea laboral o socio económico.

Sin embargo, la llegada de estos avances (desde los vehículos a motor a la telefonía), no supusieron en su día la pérdida de empleo o riqueza a la sociedad como conjunto, sino que tuvieron su impacto en determinadas profesiones que tuvieron que evolucionar.

Nadie pensó que teníamos que continuar desplazándonos a caballo para mantener a las personas cuyo oficio estaba ligado al transporte en carros o carruajes, o enviando mensajeros a pie o a caballo para comunicarnos a distancia en vez de utilizar un teléfono.

Por el contrario, las industrias del automóvil y de la telefonía han generado muchos millones de empleos, muchos más que los que se perdieron por la  desaparición de algunas profesiones.

Como profesionales, tenemos que preguntarnos, ¿estoy preparad@ para abordar los cambios que conllevará la implantación de la IA en mi ámbito del trabajo? Frente a la preocupación, acción: recordemos de post anteriores que dos de los componentes de la empleabilidad son la apertura al cambio y la proactividad. Estas habilidades y la formación continua serán nuestros mejores aliados para que la IA aplicada a nuestro trabajo sea más una oportunidad que una amenaza.

 

 

 

 

 

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